Antes
pensaba que el queso no debía moverse nunca de su sitio y que los cambios no
eran buenos. Ahora veía que era natural que se produjeran cambios constantes,
tanto si uno los esperaba como si no. Los cambios sólo podían sorprenderte si
no los esperabas ni contabas con ellos.
Cuando
advirtió que su sistema de creencias había cambiado, hizo una pausa para
escribir en la pared:
“Las
viejas creencias no conducen al nuevo queso”
Kof
todavía no había encontrado nada de queso, pero mientras corría por el
laberinto pensó en lo que había aprendido hasta entonces.
Advirtió
que las nuevas creencias estimulaban conductas nuevas. Se estaba comportando de
manera muy distinta que cuando volvía día tras día a la misma Central Quesera
vacía.
Supo
que, al cambiar de creencias, había cambiado de forma de actuar. Todo dependía
de lo que decidiera creer. Escribió de nuevo en la pared:
“Cuando
ves que puedes encontrar nuevo queso y disfrutar de él, cambias de trayectoria”
Kof supo
que, si hubiera aceptado antes el cambio y hubiese salido enseguida de la
Central Quesera "Q". ahora se encontraría mucho mejor. Se sentiría
más fuerte física y mentalmente y habría afrontado mejor el reto de buscar un
nuevo queso. En realidad, si hubiera previsto el cambio, en vez de perder el
tiempo negando que este se había producido, probablemente ya habría encontrado
lo que buscaba.
Hizo
acopio de fuerzas y decidió explorar las zonas más desconocidas del laberinto.
Encontró
pedazos de queso aquí y allá, y recuperó el ánimo y la confianza en si mismo.
Mientras
pensaba en el camino que llevaba recorrido desde que había salido de la Central
Quesera "Q", se alegró de haber escrito frases en diversos puntos.
Esperaba que esas frases le indicaran el camino a Kif si este decidía salir en
busca de queso.
Se
detuvo y escribió en la pared lo que llevaba tiempo pensando:
“Notar
en seguida los pequeños cambios ayuda a adaptarse a los cambios más grandes que
están por llegar.”
En esos
momentos, Kof ya se había liberado del pasado y se estaba adaptando al futuro.
Avanzó por el laberinto con más energía y a mayor velocidad. Y al poco, lo que
estaba esperando ocurrió.
Cuando
ya le parecía que llevaba toda la vida en el laberinto, su viaje (o al menos
aquella parte del viaje) terminó rápida y felizmente.
¡Encontró
un nuevo queso en la Central Quesera "N".!
Al
entrar, se quedó pasmado por lo que vio. Había las montañas más grandes de
queso que hubiera visto jamás. No los reconoció todos, ya que algunos eran
totalmente nuevos para él.
Por unos
momentos se preguntó si aquello era real o sólo producto de su imaginación,
pero entonces vio a Oli y Corri. Oli le dio la bienvenida con un movimiento de
la cabeza, y Corri lo saludó con la pata. Sus abultadas barriguitas indicaban
que llevaban allí mucho tiempo. Kof les devolvió el saludo y enseguida se puso
a probar sus quesos favoritos. Se quitó las zapatillas y el chándal y lo dobló
cuidadosamente, dejándolo a su lado por si lo necesitaba de nuevo. Cuando hubo
comido hasta la saciedad, cogió un pedazo del nuevo queso y lo alzó hacia el
cielo en señal de brindis.
--¡Por
el cambio!
Mientras
saboreaba el nuevo queso, Kof pensó en todo lo que había aprendido. Se percató
de que, mientras había tenido miedo del cambio, se había aferrado a la ilusión
de un queso viejo que ya no existía.
¿Qué lo
había hecho cambiar? ¿Había sido el miedo a morir de hambre?
"Bueno,
eso también ha contribuido", se dijo Kof.
Entonces
se echó a reír y se dio cuenta de que había empezado a cambiar cuando había
aprendido a reírse de sí mismo y de lo mal que estaba actuando. Advirtió que la
manera más rápida de cambiar es reírse de la propia estupidez. Después de
hacerlo, uno ya es libre y puede seguir avanzando.
Supo que
había aprendido algo muy útil de Oli y Corri, sus amigos los ratones, sobre el
hecho de avanzar. Los ratones llevaban una vida simple. No analizaban en exceso
ni complicaban demasiado las cosas. Cuando la situación cambió y el queso se
movió de sitio, ellos hicieron lo mismo. Kof prometió no olvidar eso.
Entonces
utilizó su maravilloso cerebro para hacer algo que las personitas pueden hacer
mejor que los ratones. Reflexionó sobre los errores cometidos en el pasado y
los utilizó para trazar un plan para su futuro. Supo que uno podía aprender a
convivir con el cambio. Uno podía ser más consciente de la necesidad de
conservar las cosas sencillas, ser más flexible y moverse más deprisa.
No
servía de nada complicar las cosas o confundirse a uno mismo con creencias que
dan miedo. Si uno advertía cuándo empezaban a producirse los cambios pequeños,
estaría más preparado para el gran cambio que antes o después seguramente se
produciría.
Kof se
dio cuenta de que era necesario adaptarse deprisa. porque si uno no lo hacía,
tal vez no podría adaptarse jamás.
Tuvo que
admitir que el inhibidor más grande de los cambios está dentro de uno mismo y
que las cosas no mejoran para uno mientras uno no cambia. Pero lo más
importante de todo era que, cuando te quedabas sin el queso viejo, en otro
lugar siempre había un nuevo queso, aunque en el momento de la pérdida no lo
vieras. Y
que te
verías recompensado con ese queso nuevo tan pronto como dejabas atrás los
miedos y disfrutabas con la aventura de la búsqueda.
Supo que
el miedo es algo que uno debe respetar, ya que te aparta del peligro verdadero,
pero advirtió que casi todos sus miedos eran irracionales y que lo habían
apartado del cambio, cuando lo que él realmente necesitaba era cambiar.
Cuando
se produjo el cambio, no le había gustado, pero ahora comprendía que había sido
una bendición, ya que lo había llevado a encontrar un queso mejor.
Incluso
había encontrado una parte mejor de sí mismo. Mientras Kof pasaba revista a lo
que había aprendido, se acordó de su amigo Kif. Se preguntó si habría leído
algunas de las frases que había escrito en las paredes de la Central Quesera
"Q" y del laberinto.
¿Habría
decidido liberarse del miedo y salir de la quesera? ¿Habría entrado en el
laberinto y descubierto que su vida podía ser mejor?
Kof
pensó en la posibilidad de volver, a la Central Quesera "Q" y tratar
de encontrar a Kif, suponiendo que diera con el camino de vuelta hacia allí. Si
encontraba a su amigo, tal vez podría enseñarle la manera de salir del apuro.
Pero después se dio cuenta de que ya había intentado que su amigo cambiara.
Kif
tenía que encontrar su propio camino, prescindiendo de las comodidades y
dejando los miedos atrás. Nadie podía hacerlo por él, ni convencerlo de que lo
hiciera. De una manera u otra, tenía que ver por si mismo las ventajas de
cambiar.
Kof
sabía que había dejado un buen rastro por el camino para que Kif lo siguiera.
Lo único que este tenía que hacer era leer las frases que él había escrito en
la pared.
Se
dirigió hacia la pared más grande de la Central Quesera "N" y
escribió un resumen de todo lo que había aprendido.
A
continuación dibujó un gran pedazo de queso alrededor de todos los pensamientos
que se le habían hecho evidentes , y sonrió al contemplar el conjunto.
• El cambio es un hecho.
• El queso se mueve constantemente.
• Prevé el cambio.
• Permanece alerta a los movimientos del queso.
• Controla el cambio.
• Huele el queso a menudo para saber si está enmoheciendo.
• Adáptate rápidamente al cambio. Cuanto antes se olvida el queso
viejo, antes se disfruta del nuevo.
• ¡ Cambia !.
• Muévete cuando se mueve el queso.
• ¡ Disfruta del cambio !.
• Saborea la aventura y disfruta del nuevo queso.
• Prepárate para cambiar rápidamente y disfrutar otra vez.
• El queso se mueve constantemente.
Kof
advirtió lo lejos que había llegado desde que saliera de la Central Quesera
"Q" en la que había dejado a Kif, pero supo que le sería fácil
cometer el mismo error si no estaba atento. Así pues, todos los días
inspeccionaba la Central Quesera "N" para saber en qué estado se encontraba
el queso. Iba a hacer todo lo posible para impedir que el cambio lo pillase
desprevenido.
Aún
quedaba mucho queso, pero Kof salía a menudo al laberinto y exploraba nuevas
zonas para estar en contacto con lo que ocurría a su alrededor. Advertía que era
más seguro estar al corriente de sus posibilidades reales que aislarse, en su
zona segura y confortable.
De
pronto le pareció oír ruido de movimiento en el laberinto. El ruido era cada
vez más fuerte, y advirtió que se acercaba alguien.
¿Seria
Kif? ¿Estaría a punto de doblar la esquina?
Kof rezó
una oración y esperó, como tantas veces había hecho, que su amigo finalmente
hubiese sido capaz de ...
¡
Moverse con el queso y disfrutarlo !